La literatura en Molina: entre nadales y cometas
Por Jesús Maeso Romero
En un mundo complejo como el actual, los territorios intentan definirse y progresar como sociedades tomando como referencia su pasado, sus tradiciones, y aquellas costumbres arraigadas. No obstante, a veces hay que dar un paso adelante y adentrarse en territorio vedado hasta entonces.
Molina de Segura ha optado por esto último en el ámbito de la literatura. Aunque resulta evidente que se trata de un municipio sin una gran tradición histórica en la materia, lo cierto es que los molinenses tenemos ahora la gran suerte de contar con muchos y muy buenos escritores, en una gran diversidad de géneros.
Es una realidad incontestable que, hoy en día, Molina de Segura es un referente en la literatura contemporánea de la Región de Murcia.
Quizá Salvador García Aguilar tenga mucho que ver con ese esplendor. Que un escritor molinense -que quiso venir al mundo en Rojales, que los molinenses somos raros hasta en eso-, obtuviese el premio Nadal en 1983 con Regocijo en el Hombre, sin duda tuvo que influir.
Algunos sostienen que hay otro factor decisivo, que tiene su origen 150 años atrás en el tiempo, y cuyas consecuencias últimas quizás nunca seremos capaces de desvelar completamente. Conviene, en cualquier caso, dejar por el momento abierto el misterio hasta que el lector asista a las conferencias de Paco López Mengual o de Lola López Mondéjar.
¿Qué quienes son López Mengual y López Mondéjar? Para los pocos que no lo sepan, son el vivo ejemplo de esa generación de escritores molinenses a los que me refería anteriormente. Ambos con una trayectoria ejemplar. El primero nos ha conmovido recientemente con su Último barco a América. La segunda, encontró en su Casa en La Habana la inspiración que la encumbraría.
La cuestión es que no solamente salen buenos escritores autóctonos. Molina ejerce un extraño influjo a quienes en ella residen. Baste señalar, por ejemplo, a Jerónimo Tristante, un escritor nacional de referencia que reside buena parte de su tiempo en Altorreal. O a Salvador Cuesta o Elías Meana. Ídem de ídem.
Sea como fuere, los citados no son más que la punta del iceberg. Tomemos sin ir más lejos el pasado 15 de diciembre de 2011 que a falta de una tuvimos la presentación de dos interesantes obras. Pocos pueblos pueden permitirse un logro similar. Por una parte, el excelente médico y gran senderista Francisco Conesa mostraba sus dotes de investigación histórica en El hombre que amó a Molina de Segura –su tercera obra, en la que detalla la vida de uno de los hombres más influyentes en la Molina de mediados del siglo XX, Eduardo Linares Lumeras-.
Por otra, un autor de gran proyección presentaba ese mismo día en la Biblioteca Municipal su ópera prima. El también afincado en Molina Juande Sáez Clavijo daba a conocer su Sifarnodo, con dos padrinos de lujo: Paco López Mengual y Juan Espallardo, dos grandes figuras de la cultura molinense.
Novela, poesía, comedia, o nuevas vías de universalizar la cultura como los blogs en internet… nada se resiste a esta generación de mentes creativas de Molina. Madurez y juventud. La mezcla resulta perfecta. Ya puedes tener unos extraordinarios Recuerdos de Lisboa, sentir un Dulce amargor, o estar escuchando Las Voces de Setenil.
Paco López Mengual, Lola López Mondéjar, Francisco Javier Illán Vivas, Manuel Moyano, José María López Conesa, Juan Espallardo, Santacruz García Piqueras, Irel Faustina Bermejo, Antonio de los Reyes, José María Jiménez Fernández, Domingo Hernández, Paco Conesa, Domingo Beltrán Corbalán, Santiago Pastor,…. La lista de escritores molinenses contemporáneos es, sencillamente, interminable.
Hace no mucho, se habilitó en el principal parque del municipio –el Parque de la Compañía-, un particular “paseo de la fama” para homenajear a las estrellas de esta tremenda producción narrativa “molinera”. Como sigamos a este ritmo, pronto se va a quedar pequeño. Pero es lo de menos, si tenemos que alargar el paseo y llevarlo hasta el Río Segura, se lleva, porque los amantes de la literatura estamos encantados. Aunque sepamos que, en realidad, todo se gestó entre nadales, estrellas, y cometas.
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